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Monasterio de Santa Catalina de Siena (Arequipa)



https://es.wikipedia.org/wiki/Monasterio_de_Santa_Catalina_de_Siena_(Arequipa)


La ciudadela se ubica al sur del Perú en la ciudad de Arequipa, fundada el 10 de septiembre de 1579 y ubicada en una zona que destaca por su belleza natural, clima acogedor y que cuenta con un gran material con el que se construye y sigue. haciendo la arquitectura de esta ciudad, el sillar. En el monasterio hay dos tipos, el sillar blanco, que procede del volcán Chachani, y el rosa del Misti, este último emblema de la ciudad.


La ciudadela ocupa una superficie de 20.000 metros cuadrados y está completamente aislada de la ciudad, a pesar de estar situada en el corazón de la misma. Una gran y sólida muralla de 4 metros de altura aislaba la vida de las mujeres que habitaban el monasterio.


El virrey Francisco de Toledo concede la licencia necesaria para la fundación del ansiado monasterio que solicitó la ciudadanía. Doña María de Guzmán, viuda de Diego Hernández de Mendoza, decide recluirse en el monasterio en construcción, renunciando a todos sus bienes. El 10 de septiembre de 1579 se realiza la memoria de la fundación del monasterio, firmada por el Cabildo, el regimiento de la ciudad y el obispado del Cusco, nombrando a María de Guzmán como "Primera pobladora y priora de dicho Monasterio". El 2 de octubre de 1580 se celebra una misa mayor en la ciudad para que a partir de ese día se tomen los hábitos.


Las mujeres que ingresaron en el monasterio como monjas eran criollas, mestizas pertenecientes a familias acomodadas. La historia cuenta los ingresos de las llamadas "monjas pobres" que, sin tener dinero para pagar una dote, ingresaban para ejercer sus virtudes. Se sabe que, a mediados del siglo XVIII, la ciudadela contaba con más de 300 mujeres de hábito y criadas.


El 13 de junio de 1747, un grupo de cuatro monjas del Monasterio de Santa Catalina se trasladó al recién construido Monasterio de Santa Rosa, ubicado en la esquina de las calles San Pedro y Santa Rosa, para fundar una nueva comunidad religiosa, que continúa allí hasta la actualidad.


El Convento de Santa Catalina estuvo envuelto en un velo de misterio y silencio hasta 1970, cuando gran parte del convento abrió sus puertas al público. Las monjas permitieron que una empresa privada lo gestionara. Las monjas siguen viviendo en la zona norte del complejo.


Arquitectura


Acceso al Patio del Silencio.

El encanto de esta ciudadela reside en la solidez y plasticidad de sus volúmenes, y en la belleza que maestros y alarifes lograron en la arquitectura de estos recintos a través de soluciones como los arbotantes o la construcción de fuertes arcos a base de pilares.


En los interiores, las cúpulas y los techos abovedados amplían considerablemente el espacio y aumentan la sensación de fortaleza de los edificios. Asimismo, especialmente en la zona de los callejones, se percibe la intervención de albañiles que, carentes de un diseño arquitectónico adecuado, levantaban muros, tejados, celdas, patios y portales de planteamiento sencillo.


El actual edificio alberga espléndidas piezas de arte, como un altar barroco de madera tallada y dorada, de un cuerpo y tres calles, que adorna la capilla, y varias pinturas de la escuela cusqueña.


Debido a los constantes terremotos que afectaron al monasterio, las familias de las monjas optaron por construir celdas únicas y privadas para cada una de ellas. Lo que ocasionó que existieran sectores ordenados y a falta de un plan otros con un notorio desorden. Durante casi dos siglos del virreinato, los claustros y celdas del monasterio han sufrido diversas modificaciones, ampliaciones y nuevas construcciones que han hecho de Santa Catalina un mostrador a escala humana de la arquitectura colonial arequipeña.


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